El Consorcio de la indolencia
Las administraciones local, provincial, regional y nacional tienen el deber y la obligación de ayudarnos ante un reto que, a todas luces, resulta inasumible para una única administración.
El problema al que nos enfrentamos es demasiado grande como para que nuestro
ayuntamiento, en solitario, pueda dar solución a estas calles. La inseguridad, el delicado estado del patrimonio, la carencia en equipamientos, la despoblación, la especulación, la droga son algunos de los enormes retos a los que se debe hacer frente desde las competencias asignadas a cada administración firmante.
En el ejercicio de su presumible vocación de servicio público escucharon nuestra petición auxilio. Las reuniones, titulares y palmadas en la espalda se sucedían, nutrían programas electorales; “estamos con vosotros”, decían. Ellos, los políticos, asumieron el reto, o eso parecía, porque antes de la firma ya sufrimos la espantada de la administración nacional. La Delegación del Gobierno nos dio la espalda y se negó a firmar un convenio que, de modo inequívoco, afecta directamente a sus competencias en materia de seguridad. La excusa fue
que podría cumplir con su parte sin necesidad de sentarse en la mesa donde habrían de coordinarse para actuar con eficacia. Iban sobrados, pero a la vista está que los resultados en cuanto a la seguridad de nuestras calles no es muy distinto al que padecemos desde hace décadas.
En cuanto a la Junta de Extremadura, el Ayuntamiento y la Diputación, aprobaron dotaciones presupuestarias de 583.000, 400.000 y 17.000 euros respectivamente, con las que alimentaron a lo que, a día de hoy, es solo un fuego fatuo, un fantasma, un titular, una quimera.
Si les preguntan qué fue aquello del Consorcio, de sus firmas y compromisos, les remitirán a un partido de ping-pong. La pelota está allá, en el otro campo, siempre en el campo del otro. Ellos quizás crean que hacen cuanto pueden, que es notable el esfuerzo invertido en lavar la imagen, posar para la foto y forzar la sonrisa. Para nosotros, que creemos firmemente en un Consorcio como herramienta necesaria para la recuperación patrimonial y social de nuestro centro histórico, evidentemente no.
Hoy denunciamos la laxitud de quienes dicen representarnos, su displicencia, sus juegos sucios, sus egos, sus sonrisas forzadas y sus palmadas en la espalda, frías como cadáver.
Colectivos firmantes: